
Me gusta cuando estás de buen humor y te comés las hojas. Es un ritual canibalísticolingüístico. Elegís la página como si fuera una lechuga. Pasas el dedo y te lo llevás a la boca, captando la tinta, el tipo de tinta y el origen de la tinta. Me mirás satisfecho y algo pícaro. Cada bocado hace saltar letras, pero limpiar migas de palabras es mejor que limpiar migas de uñas. Una vez te empachaste, y cuando tiraba del cuerito, te salían versos completos y mezclados. Agarré un lapiz y anoté algunas frases que escupías.